3. La Legendaria Cofradía del León de Francia

Tenía que existir una palabra especial para el sonido de un teléfono vibrando. Desde principios de siglo le dicen zumbido, como si fuera una mosca o una abeja aleteando. Pero Marxo dormía, y el infernal aparato estaba debajo de la almohada. La sensación se asemejaba más a un terremoto.

Su departamento no parecía propio del un líder de ninguna resistencia. No parecía un centro de operaciones clandestinas, no era un zótano lleno de banderas ni estaba habitado por docenas de hackers sucios y desalineados. De hecho había sido inspeccionado varias veces por el Organismo Antirrevueltas -como la mayoría de las viviendas-, y nunca nadie había encontrado ni sospechado nada raro. Marxo era un ciudadano común y corriente que administraba una empresa inmobiliaria y vivía con su perro Pacho, que había rescatado del Comando de Eugenesia. En su tiempo libre accedía a una red encriptada desde sus computadoras para conectarse con el resto de La Legendaria Cofradía del León de Francia. Los demás miembros estaban disgregados por el país y el mundo, y probablemente también llevaban una vida sin sobresaltos. Los que no tenían un verdadero oficio a modo de tapadera habían quedado hace rato con el fondo de la lista de contactos No Disponibles.

Marxo se despertó en medio de la noche con el terremoto de su almohada, insultando por no haber dejado el aparato en el dock de sincronización, en cuyo caso habría activado el sistema centralizado de música y luces para despertarlo de forma más agradable. Hizo un gesto sobre la pantalla del aparato, y esta se apagó y se proyectó en el techo, donde se materializó el mensaje: "Estoy interesado en una propiedad de calle Francia". Era un código para que active la red segura, porque algo estaba pasando.

-Uh, pero son las tres de la mañana-, le dijo a las paredes, o quizás a la computadora, aunque sabía que el sistema no tenía emociones y no había nada que pudiese hacer al respecto. Pacho dormía en un almohadón a un costado de la cama. Paró sorpresivamente las orejas al escuchar hablar a su dueño, pero no se inmutó.

Era de madrugada y las cortinas abiertas dejaban entrar el resplandor colorido de las pantallas de la ciudad. Agarró el teclado que estaba en la mesa de luz, y ordenó cerrar las persianas. Escribió los comandos correspondientes y entró a la red. La pantalla tenía fondo negro y letras verdes. No era en absoluto necesario ya que hacía más de dos décadas las redes sociales tenían un diseño pulcro y moderno, pero el estilo Matrix era inmejorable para una red que funcionaba sin vigilancia estatal.
Los últimos mensajes empezaron a aparecer:

LF046: "se escuchan ráfagas de disparos en zona de plaza de mayo, alguien sabe algo?"

LF214: "yo estaba siguiendo una protesta que había pero dejaron de transmitir"

LF046: "quién dejó de transmitir?"

LF214: "todos"

LF315: "cómo todos?"

LF214: "sí todos al mismo tiempo"

LF062: "un amigo estaba ahí y no me responde"

LF079: "yo vi pasar varios vehículos negros por la puerta de mi casa, parecían militares"

LF046: "alguien interceptó alguna señal del sibios?"

(...)
LF050: "yo me metí, las cámaras de la zona no tienen señal, ninguna"

LF111: "copio un mensaje que intercepté esta tarde y recién terminé de desencriptar

Operación Blackout
La bomba de pulso está operativa. Se autoriza a todas las unidades antidisturbios a cargar armas con punta perforante y realizar un cerrojo alrededor de la plaza. No usar armas con accesorios electrónicos. Permiso a disparar una vez que se haya activado el apagón. No dejar dejar testigos vivos. Se dispondrán de cuatro camiones para cargar los cuerpos y llevarlos al centro de incineración BA-03. Mantener el cerrojo hasta que las unidades de limpieza acaben su trabajo. No utilizar sistemas de comunicaciones dentro de la zona de exclusión. Comunicarse siempre con nivel de encriptación 5."

Marxo tragó saliva. Volvió a leer el texto y la vista se le puso borrosa al bajarle la presión.

"alguien tiene contacto visual con la plaza?", preguntó bajo el pseudónimo LF000.

"yo, pero estoy lejos-, escribió LF036 -, veo todo negro, las luces de la casa rosada están apagadas".

"los mataron a todos", dijo LF124. Había 53 conectados mirando el hilo de mensajes y nadie decía nada. No había mucho para decir.

LF000: "Gente, no podemos entrar en pánico ahora. Sabíamos que el gobierno estaba terminando el desarrollo de bombas de pulso. Ahora sabemos cómo las van a usar. Y no pudimos haber hecho nada. Quemaron toda la plaza, ahora empecemos a revisar los videos de todas las cámaras aledañas y busquemos supervivientes, el estado nunca hizo las cosas bien, ni siquiera matar. Cada uno va a revisar una zona y quien encuentre algo, lo reportará por acá. Lo siguiente es penetrar el archivo del Sibios y sobreescribir los videos para proteger a los testigos, con suerte llegaremos antes de que los procesen".

Dejó el teclado y se fue a la cocina. Necesitaba tabaco y cafeína, iba a ser una larga noche.



La misión de la Cofradía era ser una molestia para las actividades turbias del gobierno, por lo que tenían cada vez más trabajo.

Se agruparon en 2009 con el objetivo de hacer una denuncia masiva contra el uso de niños como propaganda política. El objetivo era exponer los típicos casos en que el político toma a un bebé y lo besa frente a las cámaras. Pronto se dieron cuenta que todos hacían lo mismo, e incluso había muchos que iban a los barrios pobres con colectivos, reclutaban a niños y los hacían marchar con pecheras y estandartes. Luego tuvieron que enfrentarse a todos los que los cuestionaron, porque al fin y al cabo: "Si un padre puede llevar a sus hijos a la cancha o a un recital, ¿Por qué no a una protesta? Y si puede llevarlos un padre, ¿Por qué no puede un tutor llevar a diez niños con banderas?". Los debates filosóficos sobre dónde termina el gris claro y empieza el gris oscuro terminaron cuando los amenazaron de muerte.

Dejaron de hacer campañas públicas y de exponer sus caras y nombres. Más adelante el gobierno actualizó todos los documentos de identidad e hizo un relevamiento de datos biométricos de la población: todos los nombres estaban asociados no sólo a una dirección y teléfono, sino también a una foto y huella digital. La Cofradía descubrió que el software del padrón electoral de las elecciones de 2013 tenía un gravísimo error de seguridad, y sólo accediendo al código de fuente de la página web, podía abrirse y descargarse la base de datos completa. Para no volver a exponerse, enviaron el dato a diversos sitios web de seguridad informática y organizaciones de defensa de derechos civiles. Tuvo éxito, la noticia salió en todos los medios. Pero era más importante saber quién bailaba mejor en el reality show de la farándula.

También tuvieron cierto éxito sus investigaciones donde sacaban a la luz algunos trapos sucios de políticos: contrataciones de empresarios amigos con sobreprecios, desvíos de fondos a punteros políticos, lavado de dinero con la compra y venta de publicidad en el fútbol y hasta jugadores. Esto lo donaban casi todo a un famoso periodista que tenía un programa de televisión los domingos.

Con el pasar de los años pasaron lentamente a la clandestinidad. De campañas públicas a reuniones en bares, luego grupos secretos en redes sociales, y finalmente en redes encriptadas con servidores en el exterior. El gobierno sabía que había una especie de Batman oculto en algún lado, lo único que separaba al país de ser una monarquía totalitaria.


Marxo tomaba su oscuro café, miraba a Pacho y fumaba un cigarrillo, y a pesar de tener los ojos llorosos por lo que estaba pasando, se regocijaba al pensar que era la cabeza de ese Batman. La Legendaria Cofradía del León de Francia tenía que esquivar a los inspectores, evadir los todopoderosos tentáculos de Sibios, rescatar supervivientes y exponer a los asesinos. Y Pacho dormía.

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